Aunque para muchos la siesta haya pasado a ser un recuerdo de la infancia, para otros sigue siendo algo muy habitual en su día a día. Una pequeña cabezadita después de comer es un gran placer para unos cuantos, aunque muy pocos saben si los mitos que giran en torno a la siesta son verdaderos o falsos.
La siesta viene de España
A pesar de ser uno de los rasgos que más distingue a España para los extranjeros, lo cierto es que la siesta es originaria de Italia, más concretamente de la época romana. La palabra “siesta” viene de la palabra latina “sexta”, que se refiere al descanso que muchos romanos hacían tras la comida y que tenía lugar en la sexta hora del día. Para ellos, la sexta hora tenía lugar entre lo que para nosotros son las 13 y las 15 horas.
Fue mucho más tarde cuando, gracias a los horarios concretos de España, la siesta pudo acomodarse más fácilmente en nuestro día a día.
La siesta empeora la calidad del sueño
Otro mito muy extendido sobre la siesta es que te impedirá conciliar el sueño durante la noche. Si la siesta es breve, ayudará a reiniciar el cuerpo para el resto de tareas que queden por hacer durante el día, sin impedir el cansancio por la noche. Si la siesta es larga, lo más probable es que aletargue al cuerpo y que pueda llegar incluso a facilitar el sueño por la noche.
La siesta no es mejor cuanto más larga sea. Siempre se oye a muchos aficionados siesteros decir que “la buena siesta dura 3 horas”. Esto es falso, puesto que numerosos estudios afirman que no debe sobrepasar los 30 minutos, ya que si es muy larga, el ciclo de sueño podría llegar a la fase REM y, al ser cortado durante ésta, hará que nos despertemos desorientados y más cansados aún.
Aunque muchos crean que un café tras la comida sea la mejor forma de aliviar el sueño, la verdad es distinta: la siesta permite descargar el cansancio y reactivar nuestro organismo, mientras que el café “pospone” el cansancio.
Dormir la siesta beneficia a todos
Esto no es del todo cierto. Mientras que a la gran mayoría le ayuda, es desaconsejable para aquellas personas que padezcan de insomnio u otras alteraciones del sueño, ya que tienden a repartirse las horas de sueño durante el día y sí que podría llegar a alterar sustancialmente el descanso nocturno.
La siesta engorda
No es necesario hacer la digestión antes de echarse una cabezada, pues si no es muy larga, el cuerpo podrá digerir los alimentos durante el descanso.
Por otro lado, tampoco se debe comer demasiado ni dormir una siesta excesivamente larga. Una gran cantidad de comida hará que el cuerpo esté más cansado y necesite dormir: lo que nos hace engordar es la cantidad de alimentos ingeridos y mal digeridos, no la siesta. Sin embargo, las siestas que sobrepasen los 30 minutos podrían constituir dificultades para la absorción eficaz de los alimentos.